martes, 27 de agosto de 2013

Me comen las ratas todo el pescuezo
El olor, la podredumbre
Se consume mi alma de a poco

Los ruidos aturden la mente
Y me voy transformando
La ropa se despedaza
Y aparecen, de a poco
Una cartera
Y ropa de oficinista


Y de repente aparece el reloj
Y se me van muriendo los sueños
Hay olor a cementerio
Cementerio de vidas
Que alguna vez
Fueron vividas

Y la hipocresía
Ya sabe que es mi dueña
Ya sabe que seré exitosa
Y la peor de las exitosas
Esos intelectuales de cotillón
Que juegan a que entienden todo
Y se limitan a entenderlo todo
Pero que ni una vez
Ni una sola
Se atreverán a arruinarse la vida
A perder todo, y a sentir desde los huesos
La locura del encierro


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