lunes, 28 de abril de 2014

Yo se que parece una comedia romántica norteamericana, pero paso de verdad y en sudamerica

Yo estaba buscando un lugar para cenar sola, lo más alejada posible de cualquier ser humano porque necesitaba pensar, caminar en la noche desierta que es lo que siempre me ayuda a pensar, mirar por la ventana, escribir en mi cuaderno, terminar de leer el libro de reforma o revolución y sobre todo olvidarme del imbécil del que estoy, aunque me cueste aceptarlo, perdidamente enamorada, toda mi vida esta rodeada de estúpidos lugares comunes como estos. Sigo caminando y viene el, me pregunta cuanto faltaba para llegar a 9 de julio, yo le contesto que faltaban unas pocas cuadras, me comienza a preguntar cosas sobre Buenos Aires como si fuera un turista y yo le contesto amablemente mientras me estaba preparando para deshacerme del primer idiota que en ese día de mierda estuviera tratando de conquistarme... ( En mi mente resonaba el "Mira flaco, yo no estoy para levantes" de Virginia en la película de las Bandana )
Veo la ancha avenida y ya me estaba preparando para mi salvación, cruzamos la avenida y seguía caminando, yo le aviso que se había pasado y me responde que tenía que pasar la avenida.. 
Entre sus preguntas se va generando la conversación sobre la historia de la ciudad, se lo notaba bastante culto lo cual me causo bastante curiosidad, la conversación (todo esto mientras caminábamos sin rumbo) derivo en política, pero no del tipo de conversación que tienen las señoras en situación de cacerola en la cola del supermercado, sino una conversación sobre política entre una militante y un periodista freelancer de Crónica (Se sorprendió de que conociera el termino, ja) Ahí me contó un poco de su trabajo, me pregunto un par de cosas mías y me invito un café, que decline siguiendo el espíritu paterno.
"Te gusta caminar" me dice, le respondo que si mientras entrabamos a un Farmacity porque se quería comprar algo dulce, en ese instante nace la rebeldía desde mis adentros, es que necesitaba un poco de magia en ese día tan deprimente (Yo sostengo que todo puede ser mágico o patético, depende de la perspectiva) y le acepto su invitación, seguimos caminando y llegamos hasta el bar "La Academia", esto es importante porque yo le había dicho que tenía en mente un bar ¡Y el lo adivino! Increíble 
Llegamos y pido una tarta de verduras y un agua con gas (No se, fue lo primero que se me vino a la mente, aunque sea muy propio apropiado, no se, no suelo pensar en esas cosas), seguimos charlando de cine y sobre todo de historia y se sorprende de mi supuesta cultura para mi edad, a lo que yo le respondo la verdad, que es que si bien reconozco que se sobre algunas cosas que la mayoría no sabe en realidad no se de ningún tema en particular sino que tengo una idea superficial de muchas cosas y aparte tengo una impresionante capacidad de guardar en el disco rígido de mi cerebro una cantidad de datos inútiles pero muy curiosos, ja. 
Finalmente salimos del bar, hastiados de conversar y aunque no lo crean nuestro saludo fue darnos la mano y pasarnos nuestros e-mails (muy de los noventa tener correo electrónico), ojala no me escriba, y si me escribe no lo quiero volver a ver, sería una lastima que se perdiera la magia....

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